La historia de Kayla Glines es una historia conmovedora de paciencia, esperanza, desesperación y, en última instancia, alegría incomparable. Después de más de una década de espera, la mujer de 32 años se convirtió en la primera trilliza del mundo en dar a luz a cuatrillizos. Contra todo pronóstico, dio la bienvenida al mundo a cuatro adorables bebés: Reese, Jameson, Oaklee y Lincoln.
En una imagen conmovedora que recuerda a un viejo álbum familiar, los cuatro recién nacidos se acurrucaron juntos, lo que recuerda a una fotografía que captura a Kayla cuando era bebé junto a su hermano y su hermana trillizos.
El extraordinario viaje de Kayla abarca más de diez años, lleno de momentos de esperanza, paciencia y dolor, que la llevaron a cumplir su sueño de formar una familia con su esposo, Allen.
Hace dos años, experimentó la alegría de un embarazo triple después de someterse a tratamientos de fertilidad. Aunque dos de los trillizos sobrevivieron, lamentablemente uno no lo logró.
Sin embargo, cuando Kayla inesperadamente volvió a quedar embarazada, esta vez sin necesidad de tratamientos de fertilidad, se sorprendió al saber que iba a dar a luz a cuatro hijos más.
Ella compartió su asombro y dijo: “No podíamos creerlo cuando fui a hacerme una exploración y el médico me dijo que estaba embarazada de cuádriceps. Habíamos estado intentando durante muchos años quedar embarazada de forma natural, y descubrir que iba a tener cuatro bebés, especialmente cuando yo también soy trilliza, fue simplemente increíble. Estábamos muy nerviosos porque sabíamos lo riesgoso que puede ser un embarazo cuádruple, pero afortunadamente todos los bebés nacieron sanos y salvos”.
“Kayla y su esposo, Allen, que residen en Salt Lake City, Utah, habían adoptado previamente a las dos hijas de su hermano, que ahora tienen ocho y seis años, antes de embarcarse en tratamientos de fertilidad en 2016. Dos de los trillizos nacieron sanos y salvos en agosto de 2017. , y los cuatrillizos llegaron en marzo de este año. La pareja ahora tiene seis hijos menores de dos años y un total de ocho en su creciente familia.
El viaje de Kayla es un testimonio del poder de la esperanza y de las infinitas posibilidades de la vida, incluso después de años de espera. Su historia sirve de inspiración para aquellos que nunca renuncian a sus sueños, por muy desafiante que parezca el camino.