Cuando en 2003 se descubrieron los restos de un extraño esqueleto momificado, que medía solo seis pulgadas, envuelto en una bolsa de cuero en un remoto y desolado pueblo del desierto chileno de Atacama, los teóricos de la conspiración se volvieron locos. Esto, decían algunos, era la prueba de la existencia de vida extraterrestre en la Tierra. Unos 15 años después, científicos californianos publicaron los hallazgos de un análisis más profundo del ADN extraído de los huesos de la pequeña momia, que en realidad puedes sostener en la palma de tu mano.

Lamentablemente, resulta que esta es una historia desgarradora de un ser humano fallecido, a quien los científicos llamaron Ata. Ella era una mujer, un feto en su semana 22, y probablemente nació muerta o falleció poco después del nacimiento. Ata sufrió devastadoras malformaciones en sus huesos, lo que le dio un cuerpo de otro mundo que muchos creían que era extraño.

Su esqueleto de cabeza cónica tiene un cráneo prominentemente alargado, con una cara y una mandíbula débilmente desarrolladas. Dadas sus características óseas anormales, algunos pensaron al principio que estos eran los restos de un humano de alrededor de siete años. El esqueleto también tenía solo 10 pares de costillas, en lugar de 12 que es la norma para un humano.

Los científicos creen que su llegada a este mundo, y su rápida salida, se produjo unas cuatro décadas antes de que se descubrieran sus restos en Atacama. La extraordinaria vista llamó la atención de Garry Nolan de la Universidad de Stanford en California, un experto en microbiología e inmunología. Procedió a examinar el espécimen más de cerca, y ya en 2013 él y su equipo ofrecieron la explicación de que los restos eran de un humano, aunque en ese momento se desconocían muchos detalles.

Cinco años después, tras el análisis del material genético de Ata, hay pistas más claras sobre todo el misterio. Parece que el esqueleto estaba gravemente deformado debido a múltiples mutaciones en los genes, lo que perjudicó gravemente el proceso normal de desarrollo óseo.

Con su equipo en California, Nolan resumió la investigación, con resultados publicados en la revista Genome Research el 22 de marzo de 2018, que revelan la disposición genética completa de los restos. Los resultados han demostrado que Ata mostró mutaciones en al menos siete de sus genes, lo que podría haber causado anomalías esqueléticas significativas y acelerado el crecimiento de los huesos.

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Si todos los genomas afectados actuaron juntos, esa es la explicación de por qué, a pesar de ser todavía un feto, Ata mostró un crecimiento tan rápido de sus huesos, uno que resultó fatal. También explica la forma y composición inusuales de su cráneo, con suturas ya fusionadas. Una mutación genética habría atado precisamente las suturas para unirse. Las placas del cráneo se fusionaron prematuramente y produjeron el cráneo alargado, según Live Science.

Además, Ata puede haber sufrido un defecto conocido como hernia diafragmática congénita, en la que el diafragma del bebé no crece correctamente, informa The Guardian. Nolan ha declarado que las malformaciones eran tan malas que el feto “no podía alimentarse”.

Otros análisis y comparaciones del genoma también confirmaron que el ADN de Ata coincide con una combinación de genomas específicos de la región de Chile donde fue encontrada. Lejos de ser un misterio extraterrestre, esta fue una trágica historia humana, en la que una madre dio a luz a un bebé con graves malformaciones que se momificó.

“Resulta ser humano, con una historia genética fascinante de la que podríamos aprender algo importante para ayudar a los demás. Que descanse en paz”, dijo Nolan. Él espera que Ata sea devuelto a Chile y debidamente enterrado allí.

La última investigación también reveló que algunas de las mutaciones encontradas en una parte de los genes nunca antes habían sido parte de la comprensión del crecimiento y desarrollo de las partes del esqueleto. Lo que significa que se ha aprendido al menos una cosa del caso de Ata que algún día podría ayudar a otros pacientes.